lunes, 2 de febrero de 2009

~ La Deuxième Nuit ~

Su risa se disolvía

como azúcar en el agua,

diluyéndose como fresca

dulzura por mis venas

hasta que me llene

de una conciencia

de vació y separación.


Nuestros sentidos escoraron violentamente

mis ojos se abrieron un instante

y su imagen quedó grabada

en mi mente para siempre.


Pronuncie tu nombre,

arrastrada por un doloroso éxtasis,

y cuando alcanzaba

el paroxismo del placer,

tus manos me sujetaron

aún más fuerte y

tus labios no abandonaron los míos

hasta el último temblor.


No me quedó nada

salvo las brasas,

levante mis espesas pestañas

para mirarte,

con mis ojos extraviados.


Me besaste suavemente

y sabías a almizcle,

mientras el placer

de nuestra unión

se desvanecía gradualmente.


Nos relajamos entrelazados

en un húmedo abrazo,

recuperando momentos

tan exquisitos, dulces

como la pasión precedente.


por: TuLuz